Los Redondos y los linchamientos

Mientras aún quedan resabios de lo que fue el Indio en Gualeguaychú y las noticias sobre los casos de ajusticiamiento por mano propia apaciguan, intentemos establecer un paralelo entre estas dos variables -Los Redondos y los linchamientos-; a priori, tan opuestas e inconjugables como culo y mayonesa.

Un cartel de bienvenida en la city neuquina.
La memoria de los públicos del rock siempre se caracterizó por ser altamente volátil. Suerte de masas RAM. Hoy, segunda década del nuevo siglo, sostengo que no somos la excepción. Recorriendo la página de Redonditos de Abajo, especie de voceros oficiales del Indio, me encontré con un comentario de un muchacho, que le habían afanado la camioneta, mientras estaba en el recital. Obvio, a los pocos segundos de ser publicado online se armó el conocido y amado, pero nunca bien ponderado, forobardo.

A saber, los comentaristas representaban tres líneas claras: los que rápidamente pidieron horca o linchamiento popular, culpando directamente al gobierno de los sucesos; los garantistas oficialistas, sociólogos de la profundidad y teólogos de la liberación rockera, que se suben al mismo bondi al que se subió el Indio, creyéndose referentes del kirchnerismo (hasta el momento, que cumplen sus funciones detrás de un monitor); y el típico ricotero, el piola al que todo le chupa relativamente un huevo y, ahora, excelente asador de patos. También, apareció un grupo -cada vez más masivo-, que excusan indiferentismo ante las posiciones políticas del artista, porque todavía no sabe cómo conjugar la pasión de la reyecía de Patricio y el amor por los cojones.



Y aquí encaja la denuncia por la memoria. Promediaba abril del 2000, cuando era inminente el fin de la cuenta regresiva de la bomba que implosionaría en Los Redondos. Se ofrecía un banquete doble en el estadio Monumental. La primera fecha aparecieron los barrabravas y un cuchillero pogueador fue linchado. Murió. Nadie reclamó. Y es una de las muertes olvidadas del rock. Esas que son mejor no recordar al momento de publicitar la cultura.

Porque la práctica de los linchamientos siempre se hizo efectiva en los sectores donde la Justicia no llega o no quiere llegar. “Al que afana o hace giladas se lo caga a palos, porque esto es una fiesta” es una frase que podría estar en la boca de los viejos ricoteros. Y a nadie se le movía un pelo. Pero esta ahora moda también fue popular en villas y barrios olvidado, hecho que parece no querer ver un jurista locador de prostíbulos. Y también está legalizada en otros lugares del mundo, donde predomina la religión judía y musulmana, aunque se lo conoce como lapidación y afecta principalmente a mujeres.

No se trata de estar o no a favor. Se trata de que, en nuestra condición de patéticos viajantes, no nos comamos el cuento progresista, porque cuando el rock deja de ser crítico al gobierno de turno, pierde su esencia.

Sobre el Indio Solari en Gualeguaychú



Que lo que pasó artísticamente arriba del escenario fue lo diametralmente opuesto a lo que pasó –viene pasando y probablemente continúe así- abajo y afuera. Que el lugar fue una mierda y a nadie le calentó de la organización que no sea un mar de barro. Que haya barro está todo bien, que hace al cambalache, pero que no se pueda disfrutar como se debe esporádicas perlas como un Ya nadie va a escuchar tu remera o un Todo un palo (con el casicompleto rejunte muchachitos que estaban manejando esos instrumentos), porque te metías hasta las rodillas y, después, tenías que fumarte caminar dos kilómetros en dos horas. Que lo mismo suceda con Jijiji. Que se esté siguiendo la figura mediática del artísta y de las masa y su folcklore. Que muchos de los que se van sumando a la movida ya no lo hagan por un sentimiento de pertenencia o porque, simplemente, les cabe. Que muchos se desesperen para empezar a relatar que lo vivieron (y, probablemente, allí lo empezaron a sentir que lo vivieron, cuando lo contaron por las redes sociales), porque ahora ya no es marginal, sino todo lo contrario, recool. Que ya no se trate de disfrutar o hacerse el aguante, sino de mirar de reojo cuando pase una cámara de TN o Telefé para gritar "eeh viejita aguate lo redondo". Que no lo hace más o menos histórico el hecho de que sean más dígitos en los que se contabilice el público.


Que este giro de "mi rebelión ya no aclara mi mente" también se está volviendo medio rompebolas. Que no está tan piola ver boludos de la Cámpora, que no entienden dónde están y seguro llegaron ahí de arriba. Que, en otros tiempos, el tema Botnia hubiera sido central, aunque sea con algunas palabras, pero no lo fue, porque no le queda cómodo a la agenda oficialista. Que no se piense en buscar un lugar cómodo, para vivir lo que estás esperando por mucho tiempo, antes de hacerlo en uno donde gobierna alguien que con la vidriera que generó se candidateó para el 2015. Que se diga con demagogia que "acá no se está tan mal". Que mejor hacé lo que sabés hacer y no desvaries, porque para escuchar consejos políticos no me crucé medio país.

Que esto no lo escucho ni lo leo, la puta que lo parió.

Carlos Carlín

Mis notas publicadas

DIARIO RIO NEGRO 
(INVESTIGACIONES)

Barrios del Oeste neuquino

Causa Cristian Ibazeta




Investigaciones


Reciclaje de algunos textos... Para que no terminen en la basura.



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